PROYECTO DECADAS

DIARIO WWF





La odisea por el desierto concluyó hace tan solo dos días, dentro de la Elimination Chamber. Un pinfall sobre AJ Styles coronó al nuevo WWE Champion, y todo pareció ideal en ese momento, como si lo que hubiese acontecido previo a tal triunfo no hubiese supuesto ningún traspié para el nuevo campeón. Pero el viaje de Bray Wyatt hasta alcanzar su primer título mundial ha sido, por lástima, todo lo contrario a un camino de rosas.

Y es que hace un año era imposible creer que algo así podría llegar a pasar. Con una evidente falta de rumbo, lo que ha hecho Wyatt desde su debut en el main roster en agosto de 2013 se define en un “quiero y no puedo”; una promesa en la que nunca se dejó de tener fe, pero a la que nunca se pudo hacer despegar. Siempre a las puertas de gloria, pero surgiendo en cada ocasión algo que impidiese alcanzar la meta adecuada para alguien de su talento. Sin embargo, desde aquella humillación sufrida por una estrella de cine hará 10 meses en Wrestlemania, han cambiado las suficientes cosas como para que, ahora, podamos llamarlo campeón con total merecimiento.

Aunque parezca mentira, la directiva no ha dudado nunca de Bray Wyatt. La apuesta por su talento y juventud siempre ha estado presente, pero la falta de consistencia en su bookeo, ya sea por incapacidad o falta de ideas claras, ha generado demasiados altibajos a lo largo de su trayectoria. Al César lo que es del César, no es fácil manejar un personaje como el de Bray. Un ermitaño líder de una secta que se presenta en el ring alumbrando el camino con una lámpara, con un tema de entrada perfecto, y realizando promos crípticas acerca de una hermana Abigail que no conocemos fisicamente; era una atmosfera tremendamente cuidada alrededor de un diamante en bruto. Tan acertado era el personaje y tan acorde a la dimensión de Rotunda, que incluso él escribe gran parte de sus segmentos de micro. Nadie recuerda a Husky Harris, pero si a Bray Wyatt, un personaje que exige de estabilidad y buen manejo para mantenerlo over, algo que no se le pudo proporcionar durante gran parte de su carrera.



Quizas el punto de inflexión en su progreso fuese aquel combate ante Undertaker en Wrestlemania 31, que se veía por muchos como la oportunidad perfecta para el paso de la antorcha como el personaje “oscuro” de la compañía (salvando las diferencias con Undertaker claro, pues Deadman solo habrá uno). Wyatt venía de perder en el WM anterior ante John Cena, pero ya se habia comprobado que el tipo sabia desenvolverse en las grandes citas. ¿Qué es lo que vino después de eso? Nada, simplemente. No era el momento adecuado para colocar a Bray en una órbita titular, a pesar del enorme impulso que vino arrastrando tiempo atrás, y de esta manera se perdió el gran trabajo de varios meses alrededor de su figura. Esta ha sido la fórmula de su carrera: todo el interés que puede tener el personaje de Wyatt se empezó perdiendo en sus derrotas, y terminó perdiéndose en sus historias, haciendo irrelevantes sus victorias.

Mi buen Kingbilbin señalaba a Bray como “un agujero de momentum”, y por mucho que duela, es una definición en gran parte acertada. Wyatt se había mantenido en una posición tan estática dentro de la WWE, que cualquier feud en el que se introdujera él, no significaba nada a nivel de progreso, ni para él ni para sus rivales, convirtiéndose en meses de rivalidad muertos, pues no solo no permitian avanzar a los involucrados, sino que otros terminaban por llevarse el spot importante. The Eater of Worlds no avanzaba, era incapaz de progresar como una superestrella normal, y de seguir el progreso lógico hacia una oportunidad titular.

Sus rivalidades se habían convertido en una espiral de sin sentidos, pero repitamos, los altos cargos seguian apostando por él. El mejor ejemplo es que, a pesar de las derrotas, nunca llegó a considerarse a Bray Wyatt un lowcard, y lo mantenían frente a rivales destacados, como es el caso de Roman Reigns. Pero esas rivalidades carecen de relevancia cuando el ángulo sobre el que se construye es siempre el mismo. Ya no se podía justificar que Bray llevase en el limbo tanto tiempo, ni que siguiese enfrentándose a oponentes de cualquier entidad, porque sabiamos que tras eso, seguiría en el mismo lugar que antes. Se ideaban rivalidades sustentadas por ataques por la espalda y desarrolladas alrededor de segmentos de micrófono que terminaron por ser monótonos, porque, aunque nadie duda de la habilidad con el micro de Bray Wyatt, es complicado interesarse por algo que no solo no entendemos, sino que se repite una y otra vez. Díganme ustedes como se justifica una rivalidad con Ryback después de un combate frente a Taker en WM.

Parecía que tan solo quemaban el tiempo mientras intentaban buscar planes más atractivos para él. Bray no es un maestro en el ring, luego su faceta de entertainer es el punto a partir del que se origina su atractivo. Si no puedes crear variedad e interés alrededor de un papel tan perfectamente interpretado, no solo no lograras cautivar a la audiencia, sino que, a largo plazo, introducirás a Wyatt en un pozo de mediocridad, desperdiciaras una interpretación tan notable, y todo aquel que tuviese un feud (de varios meses, generalmente) acabaría contagiándose de su situación, convirtiendo cualquier trama en una historia de avance horizontal.


Ante esta situación, los "mandamases" lo intentaban hacer salir del estancamiento en el que había terminado con diferentes ideas ¿Cuántas veces se disolvió e instauro de nuevo la familia Wyatt? En mi opinión, el gimmick de Bray tiene mucho más potencial y es más aprovechable dentro de un stable, donde ejerce su labor de patriarca, haciéndolo sentir más dominante, aunque solo fuese dentro de su propio círculo; como facción dominante, siento que tuvo siempre un potencial que nunca se terminó de aprovechar. Además, con otros luchadores prometedores como Strowman o Harper, le era más fácil captar la atención del público. También lo colocaban ante rivales importantes, o incluso decidieron hacerlo a face, aunque una lesión le impidió avanzar por esta senda.

Con esto último, quiero tocar el hecho de que no todo lo podemos atribuir a la dificultad de manejo del personaje o a la ineptitud creativa: en ocasiones, Bray Wyatt simplemente no podía dar el último paso hacia el éxito debido a la mala fortuna. En puntos cumbre de su carrera, existieron circunstancias que le impidieron avanzar verticalmente: en gran parte de 2014 y 2015 al completo, un campeón heel le impidió aspirar al título máximo, y la escasez de uppercards (exceptuando los que ya fueron sus rivales) no lo dejaban prosperar por la senda ascendente que había iniciado anteriormente. Bray duró como face una sola noche, pues sufrió una lesión de tobillo el día de su turn, pero no sin antes demostrar que podía estar también muy over en esa nueva faceta. Lo mismo le ocurrió días previos a su participación en la Elimination Chamber por el título Intercontinental de EC 2015, teniendo que ser sustituido.

Ahora quedaría responder a la pregunta final, ¿qué ha cambiado para que Bray Wyatt termine este camino sin sentido y al fin se asiente en una posición alta? A dos días de su victoria, quizás sea precipitado hablar de asentamiento, pero debo destacar dos aspectos principalmente en este ascenso al campeonato. En primer lugar, la división de marcas. A pesar de todos los pros y contras que tuvo, era indudable que la Brand Split provocaría la mejor utilización del roster (por pura necesidad, entre otras cosas). En un show como Smackdown, donde el plantel de luchadores es más reducido y el margen de maniobra en las historias más escaso, era mucho más sencillo darle un spot importante, sin necesidad de trabas y con menor probabilidad de tener mala suerte. Además, encontrándonos con luchadores ya consolidados o veteranos como Orton, Cena y Styles, la juventud de Bray lo hacia un candidato ideal para recibir al fin una oportunidad de verdad en el main roster. Se le proporcionó un bookeo de muy buen nivel durante 7 meses, y a pesar de tanto tiempo sin dirección clara, se le logró creíble.

Y el otro factor: Randy Orton. Cuando la rivalidad entre The Viper y la autoproclamada New Face of Fear iniciada en agosto apuntaba a no salirse del clásico esquema que implican las rivalidades de Bray (ataques sin justificación, promos sin sentido, y la derrota de turno para el patriarca), Orton decidió unirse a la familia. Eso no solo revitalizó el personaje de Randy y motivó al propio Orton, sino que juntó a Wyatt con uno de los mayores draws de los últimos 10 años. Juntos otorgaron mucho interés a la división por parejas, y luego, la victoria de The Viper en el Royal Rumble aseguraba un papel principal para su stable de cara a Wrestlemania, y por consiguiente, de su líder. Es muy probable que sin Orton, Bray no se hubiese proclamado campeón el domingo.


El desempeño de Bray Wyatt durante 8 años ha obtenido al fin su merecido reconocimiento, logrando el preciado oro. Con menos de 48 horas desde su victoria, es complicado saber si logrará establecerse al fin en un lugar destacado por mucho tiempo. ¿Wyatt vs. Orton? ¿Wyatt vs. Orton vs. Cena? ¿Wyatt vs. Orton vs. Styles? Todavia no los sabemos, pero una cosa es prácticamente segura, y es que el campeón adoptará un spot de gran importancia en The Greatest Stage of Them All, defendiendo el título más preciado de la historia de la compañía. El patriarca está en el mejor momento de su carrera, y como WWE Champion, al fin podemos decir, con total justificación:

He’s got the whole world in his hands.

¿Creéis que el pobre manejo de Wyatt estuvo justificado? ¿Es merecida su victoria titular? Podéis dejar vuestras opiniones, o todo lo que querais expresar.


Víctor Turco

victuran@hotmail.com
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