Continuando con nuestra serie de artículos preparativos de cara a Wrestlemania, nos disponemos a analizar a otra estrella de la WWE y los diferentes destinos que puede afrontar de cara al mayor evento del año, que tendrá lugar dentro de dos meses: Wrestlemania. En este caso, ahondaremos en la figura de un icono de la talla de John Cena.
Un legado de enormes proporciones.
Contar algo que no se haya dicho ya de John Cena es una
tarea inviable. Dieciséis veces campeón mundial (empatado con Ric Flair), cinco
veces campeón por parejas, otros cinco títulos de los Estados Unidos, dos Royal
Rumble en su haber y podría seguir largo y tendido. Cena ha sido la gallina de
los huevos de oro de Vince McMahon durante diez años, batiendo récords de
ventas en merchandising que no se veían desde la figura de Stone Cold y
convirtiéndose en el rostro más reconocido de la empresa a nivel internacional,
su hombre insignia y un ace en toda regla. ¿Podemos hablar de dependencia en
torno a su figura? En buena medida, pues todos los esfuerzos que se pusieron en
convertir a Cena en una estrella exigieron en su momento una exposición a la altura que, con el
tiempo, opacó a otros wrestlers que bien podrían haberse establecido con una popularidad mayor dado el momento.
Por supuesto, esta privilegiada posición se cristaliza a
través de sus apariciones en Wrestlemania, con cinco main events y siete
campeonatos mundiales disputados allí. Echa un ojo al poster del gran evento
durante los últimos diez años y raro será que no aparezca su rostro copando una
buena tajada de la imagen u ocupando una posición central, pues su presencia ha
sido incuestionable en todos y cada uno de los Wrestlemania celebrados desde su
debut. Once victorias y cuatro derrotas para Cena en The Greatest State of Them All.
Pero lamentablemente no todo es para simple. Llegado 2018, Cena
ya no es indispensable para el subsistir de la compañía; ya no es
su imagen alrededor del mundo ni su mayor representante. Parece una quimera que
en los próximos años vaya a existir un icono de su calibre que pueda acaparar tan grande dimensión durante un tiempo tan prolongado, pues en la actualidad no existe una
figura que acumule tanta importancia. Y no, ni siquiera la exposición de Roman
Reigns me parece comparable a lo vivido con el de Massachusetts en la pasada
década.
En Wrestlemania ocurre más de lo mismo, pues tan solo hay que
recordar la edición de 2016 sin la presencia de John Cena y cómo esto no
impidió que dicho PPV se convirtiese (por aquel entonces) en el evento mejor
vendido de la historia de la compañía. Por si fuera poco, su lugar en la
cartelera había sido relegada en años anteriores desde los combates de alto
cartel, hasta posiciones de mitad del card frente a personajes en pleno ascenso o de poca experiencia. Era plausible, pues estábamos ante lógica
transición de un hombre con un pálmares muy completo, que ya oteaba los cuarenta años y cuyo físico había
experimentado un rodaje agotador a lo largo y ancho de su carrera.
Ahora, con un calendario reducido que le permite tener
apariciones limitadas en puntuales fechas, llegará su decimoquinta aparición Wrestlemania dentro de apenas dos meses.
Después de ser eliminado en el Royal Rumble y haberse clasificado para la Elimination
Chamber con la oportunidad de retar a Lesnar en juego, su previsible derrota en
este último evento homónimo provoca que se se le presenten dos posibles propósitos de cara
a la Vitrina de los Inmortales. Uno completamente opuesto del otro.
Tampoco es necesario ser Nostradamus para intuir esto. El
guitarrazo que recibió Cena de la mano de Elias en el 25th Anniversary de Raw
abre la puerta a un combate entre ambas superestrellas, ¿y qué mejor escenario para
ello que Wrestlemania? En este caso se vuelve a presentar el rol que ha cumplido John
los últimos años como impulsor de talentos. Enfrentarse a luchadores en alza fue
su función ante The Miz, Bray Wyatt o Rusev, e incluso una derrota de estos
últimos solía compensarles debido al lugar que ocupaban en la cartelera (la
falta de planes posteriores para algunos de estos es harina de otro costal). Era
una posición ideal, donde Cena se encontraba apartado del main event pero con
el suficiente status como para poder situarse de nuevo en el plano principal sin demasiado
problema, pese a emparejarse los meses previos con superestrellas de fama media.
De todos los prometedores wrestlers de mitad de cartel que forman
parte de Raw (no abundan precisamente), Elias presenta las perfectas condiciones
para plantar cara al Marine. Es uno de los heels con mayor reacción, lo cual le
permitiría dar mucho juego en segmentos de micro frente a Cena; tanto él como el
de Massachusets tienen buena habilidad para controlar el heat del público, lo
que representaría un enorme aliciente a la hora de organizar los distintos
segmentos que compondrían la rivalidad. El primer enfrentamiento entre ambos, visto en el Raw del
día de navidad, demuestra que el trabajo in-ring que se plantee puede ser
también satisfactorio pese a que los mayores problemas de Elias le vengan a la
hora de desempeñarse como worker. El miedo a un hipotético “entierro” se diluye
al saber las pocas posibilidades que hay de que John permanezca en la empresa
por un largo periodo tras WM, eludiendo el riesgo de un feud a largo
plazo que dejase mal parado a Elias. De este modo, el 2018 de The Drifter empieza
de un modo tremendamente prometedor y, al margen de fanatismos, difícilmente podría
tener un match más destacable que viéndose frente a Cena en Wrestlemania.
La segunda opción es sin duda la más polémica y comentada. John Cena vs.
Undertaker es un dream match entre dos generaciones, entre dos iconos de una
trascendencia histórica y con asegurado futuro tanto en el Hall of Fame como
en las páginas doradas de la historia de WWE. Con ambos en condición de
part-timer, el momento idóneo parece ser este. John Cena se encuentra ya en el
ocaso de su carrera, sabe que no seguirá compitiendo a este nivel durante
muchos más años y aquí tiene la opción de tener uno de sus últimos grandes
combates prácticamente inéditos, frente a una auténtica leyenda.
El caso de Undertaker presenta aún más urgencia. Después de
lo que muchos supusieron como final de su carrera el año pasado, parece
que tanto él como la propia empresa tienen la iniciativa de que el legendario
Deadman vuelva a combatir sobre el cuadrilátero. Los problemas físicos de Taker
van a más cada año y el encuentro que tantas veces ha quedado en el tintero de los
creativos puede verse aquí ante la última oportunidad de disputarse. Solo
imaginar a setenta mil personas reaccionando ante estos dos hombres, frente a
frente en el mismo ring, nos da una tímida idea de la enorme dimensión que tomaría un espectáculo
así en términos de kayfabe. Complicado será tener un big match feel de
similares proporciones en el mismo evento.
El rumbo correcto.
Los que me leéis con asiduidad sabes mi opinión de esto, así
que sin rodeos: Elias debería que ser el rival de John Cena en Wrestlemania 34. Al menos debería.
Tanto en una posibilidad como en otra tiene un peso vital la figura de
Undertaker, pues por todos es sabido los problemas que acarrea desde hace años,
lo difícil que es para él subirse al cuadrilátero y los largos periodos de
tiempo que necesita para recuperarse después de cada encuentro. Su cuerpo ha
dicho basta tras treinta años y ya son varios los PPV donde ha participado gracias
a inyecciones y medicamentos que disminuyen el daño que le causa continuar
practicando pro-wrestling. La calidad de sus combates ha disminuido notablemente
con los años hasta llegar al punto de no retorno que supuso su match frente a
Roman de Wrestlemania 33, donde las capacidades físicas mostradas por el tejano
dejaron en evidencia que su tiempo en la competición debe acabar por su propio bien.
Aquí ahondamos en un tema basado mucho más en la objetividad, pero no
creo que Undertaker pueda tener un retiro mejor que el que le brindaron el año
pasado. Primero, porque la capacidad como worker que Cena podría llegar a
brindar junto Taker apenas pienso que vaya a distar de la que demostró Reigns. La
segunda razón tiene que ver de nuevo con la calidad del combate, pues ya puede
ser AJ Styles, Ric Flair con 30 años menos o la mejor versión de SCSA, que sacarle un
combate realmente destacable a este Enterrador es una misión con pocas opciones de éxito, lo
que probablemente dejaría una última imagen pésima de la quizás mayor figura que ha pisado WWE. Dudo mucho que haya gente que quiera ver en otro carryjob a un
tipo de tal talante.
Y, por último, el post-match de WM 33 dejó todo en su lugar
para que Taker colgase las botas de forma definitiva. ¿Qué van a significar los
minutos posteriores a su derrota, donde dejó de modo simbólico su ropa en el
ring, si decide regresar? ¿Qué va a significar el paso de antorcha al nuevo “Big
Dog” si vuelve de la misma manera que se fue? ¿Qué razón puede llevar
a Callaway a tener una lucha más en puros términos de historia? Para mi son tan solo
deseos de nostalgia y recuerdos de lo que hubiesen sido capaz de brindar Cena y
Taker en otro momento. Bajo mi punto de visa, la carrera de Taker no va a ser
más ni menos grande por haber terminado junto a Reigns y con una derrota. Todo
lo contrario, pues cada vez que decide participar de nuevo en un combate, su
historia se ve manchada por no haberle puesto fin a su trayectoria cuando
debía, hará tres o cuatro años, habiéndose retirado así en unas facultades nada
desdeñables sin necesidad de atisbar el fin de su carrera en tantas ocasiones.
Volviendo a tocar la figura de Elias, tengo plena clarividencia de
que este sería capaz de lograr un mejor encuentro frente a Cena, gracias en
parte a un trasfondo completamente lógico (¿qué hay más explícito que un
guitarrazo a la espalda del rival?) y a la posibilidad de elaborar una trama
más coherente de la que sería el simple hecho de querer ver a dos tipos enfrentarse para zanjar la enésima despedida de una leyenda. De esta manera, parece que ganan
mucho más peso las contras de un match frente a Taker que los pros de un match
con Elias, pero eso no evita ni mucho menos que la opción de un combate con el ex-NXT sea una alternativa viable por sí sola y quizás el mejor plan que
pueden asignarle a John Cena para el 8 de abril.
Todas estas especulaciones consideradas pueden servir de poco,
pues los rumores continúan apuntando a una pelea entre Cena y The Phenom,
dejando pues a Elias como un rival de transición que haga ganar momentum al
protagonista de este artículo de cara a Wrestlemania, aunque esto tan solo nos
lo podrá corroborar el tiempo y los acontecimientos que sucedan durante el mes
de marzo.
¿Y luego qué?
Muchos de los proyectos que John Cena tiene entre manos durante los próximos meses están
en gran medida alejados de los cuadrilateros. Tras pasar presumiblemente
todo el RTWM con participaciones regulares, lo lógico es que vuelva a abandonar
su calendario activo por unos meses tras la realización del mayor evento del
año. Un servidor tan solo vería una remota posibilidad de que continuase unas semanas más en acción en caso de que su oponente en Wrestlemania fuese Elias, pues la rivalidad puede tener una prolongación y unas posibilidades de desarrollo mucho mayores a partir del
primer combate entre ambos, más aún sabiendo que el posible run de Undertaker en 2018 no
trascendería más allá de una única aparición.
La recurrente figura de Cena, quien ha sido cuerpo y alma de la compañía de wrestling más importante durante los últimos quince años, está advirtiendo al público con su
ausencia de lo que significa no contar con una estrella tan fundamental y de
tal envergadura de manera continuada. A mí al menos eso es algo que ahora no me apena,
pues la transición ha sido lo suficientemente dulce y armónica como para que
este símbolo de toda una generación haya dado el paso atrás en el momento
justo. Por supuesto, todavía nos queda su recuerdo y los años que le queden en
activo para seguir disfrutándolo, y, pese a estar seguro de que muchos
intentarán ocupar su lugar, el legado que ha dejado este hombre dentro y fuera
del gran evento parece casi imposible de igualar.
Víctor Turco
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