PROYECTO DECADAS

DIARIO WWF


Shinsuke Nakamura llegó con la vitola de estrella total y wrestler de nivel top. ¿Ha estado a la altura desde su llegada a WWE? Desde mi experiencia con él, os doy mi opinión sobre los últimos tiempos del luchador nipón.


5 de enero de 2015. Me dispongo a ver en diferido mi primer evento casi completo de NJPW. Ya había visto alguna cosa gracias a AJ Styles y a esas noticias y excelentes referencias que daban de la empresa. Sin embargo, para mí, que en cuanto a puroresu apenas había visto unas pocas de las míticas luchas de AJPW y sin demasiado interés, el evento era una incógnita.

Styles luchaba contra un total desconocido Naito (y había leído que aplicaba un súper Styles Clash, así que eso era must watch) y Tanahashi, un tipo que era como John Cena o algo así y que no parecía luchar mal, se enfrentaba al hombre de moda en el pro wrestling, Kazuchika Okada. Entre estos combates, en el co-main event se enfrentaban un tal Kota Ibushi del que solo recordaba vídeos de highlights en youtube y Shinsuke Nakamura.

Dejé este choque para el final, pues me parecía el menos interesante del card principal. No era la primera vez que veía a Nakamura, pero las referencias anteriores eran confusas. Leía que tenía un carisma sin igual y que era un luchador tremendo, pero en aquellos combates de mediados de los 2000 solo parecía un tipo que pegaba duro. En los combates más recientes (en los que me salté su entrada también) solo parecía un tipo algo diferente al resto, aunque tenía un encanto extraño.

Acabado el evento con Tanahashi haciendo air guitar y ganándose mi admiración eterna puse casi sin querer la lucha de Nakamura. Tenía tiempo así que esta vez no me salté su entrada. Jamás pensé que sentiría algo tan parecido al amor a primera vista viendo a dos tipos simulando un combate. He perdido la cuenta de veces que he visto esa inolvidable entrada.

Wikipedia decía que Nakamura era el King of Strong Style y resultó ser cierto. El rey entró con capa y corona mientras me sacaba la más ridícula sonrisa que he puesto mirando una pantalla.



Lo que vino después fue la mejor lucha que jamás había visto hasta ese momento, la lucha por la que estáis leyendo este artículo y la lucha por la que puedo decir que soy un "verdadero" fan del pro wrestling.

2015 fue el año en el que más wrestling vi y Nakamura tenía mucha culpa. Me convertí en un gran fan de NJPW y del puroresu, descuidando casi por completo mis otras aficiones salvo los partidos de mi Real Madrid, caña en mano y amigotes cuñaos de por medio. Nakamura no volvió a dar el nivel que dio aquel 4 de enero pero me dio bastante igual. Sus actuaciones eran en su mayoría notables y el seguía ahí. Siendo imperfecto pero siendo el wrestler que me sacaba esa estúpida sonrisa una y otra vez.

Finalizado Wrestle Kingdom 10, en un para mí decepcionante dream match ante mi otro favorito de NJ, AJ Styles, se anunciaba el jarro de agua fría. Styles y Nakamura se iban a WWE. Mi furia inicial se tornó en felicidad con el paso de los días. Las posibilidades eran infinitas, especialmente para un Nakamura al que en los chorrecientos matches que le había visto notaba que le faltaba algo. Quizá rivales nuevos o quizá romper con la rutina y estructura de match de NJ. Tenía el convencimiento de que Shinsuke sería aún más único y que volvería a ver algo como ese match vs Ibushi una y otra vez.

Tras el tremendo palo de la retirada de Bryan que me hacía olvidarme de este pequeño dream match, se anunciaba el nombre del primer rival de Nakamura. Sami Zayn, el ace de NXT, quien se despedía de la marca en la noche más grande del territorio amarillo. Las dudas eran enormes. ¿Seguiría siendo Nakamura? ¿Le quitarían “Subconcious”? ¿Y su Boma Ye?

Las dudas se disiparon. Nakamura entró mágicamente al ritmo de “The Rising Sun” para dar el, en mi opinión, mejor match de todo 2016. El hype era brutal pero ya sabes lo que dicen… todo lo que sube, baja.



Shinsuke tardó meses en volver a tener un singles relevante (welcome to NXT) y no pudo dejarme peor. Nakamura era inconsistente, sí, pero no recuerdo ver un match suyo post excursión a México (donde se convirtió en el Nakamura que todos conocemos) que me dejase frío. Y este me dejó helado. El match contra Aries fue malo. Podéis decir que no fue para tanto, que Meltzer le dio ***3/4 y Fiti le dio 7 unicornios y medio calamar, pero el match fue malo.

Nakamura parecía estar en un match genérico de un tour de ROH. Rutinario, ignorante lo que quería plantear Aries y lo que era más importante; no había pasión.

Esta fue la tónica habitual de un Nakamura que estuvo así meses. Solo una excelente promo ante Finn Balor que no podría ser más genuina y un match relativamente bueno ante el ex del Bullet Club fueron la luz en unos meses vacíos. Nakamura fue a por Samoa Joe y la enorme expectativa se fue por el desagüe. Esperábamos una bestia vs alguien por encima del miedo y de la etiqueta de underdog. El resultado fueron 4 matches a cada cual más pobre entre un monster que no estuvo a su mejor nivel y un tipo rutinario que era muy peligroso pero que era incapaz de transmitir la mitad de lo que hacía antes. Eran matches poco orgánicos, sin alma y sin la contundencia que deberían transmitir una bestia y el irrevente rey del strong style.


Shinsuke Nakamura había mutado en Shinsuke Caradura ™ Los palos que recibió Nakamura en todos estos Topcast estaban más que merecidos y es que Nakamura, otrora epítome de carisma, pasión e intensidad (aunque fuese a ráfagas) se había convertido en alguien vago, simplón y rutinario. Quizá por sentir que no estaba en su lugar, quizá porque 200 paletos coreando hasta la mayor ridiculez que hacía fuesen pocos y demasiado complacientes. O simplemente porque no le daba la gana ser el mejor Nakamura.

Ya con el cinturón, apareció Bobby Roode. Otros dos matches que despidieron la etapa de Nakamura y que estuvieron bien. De hecho, al terminar, acabé con buen sabor de boca por unos segundos hasta que mi di cuenta. Me di cuenta como quien se da cuenta de que una relación no va a ningún lado. Si, había estado bien, pero esa estúpida sonrisa de siempre llevaba sin aparecer meses.

Su subida al main roster me devolvió algo de ilusión, especialmente al ver que su primera pareja de baile sería mi querido Dolph Ziggler. Pero ahí estaba él. Ese estúpido señor con su estúpido violín escupiéndome a la cara que Shinsuke es especial.

El Nakamura sobrado de NJPW había cambiado. En un formato televisivo con más cámaras y una mayor producción, WWE se esforzaba hasta extremos ridículos de que viésemos que Nakamura era un weirdo.

Gestos extremadamente forzados, taunts marcadas hasta el extremo y entradas ridículamente recargadas. Nakamura en NJPW entraba como le daba la gana, disfrutando de su entrada y haciendo sus gestos de manera natural. Ahora le ponen a un tipo con un violín en entradas kilométricas con gesticulaciones forzadas. Nakamura era capaz de entrar en un match random del G1, hacer una entrada sin exagerar sus manerismos y lograr destilar “It factor” mientras que ahora es la parafernalia que le acompaña la que hace el trabajo. Nakamura ya no es el tipo guay del instituto, Nakamura es el rarito que quiere llamar la atención a toda costa. 



En el plano positivo, negar las bondades de Shinsuke sería estúpido. Nakamura es una estrella y es diferente a todo lo que hay. SD necesita star power y llenar asientos y desde luego que el fundador de Chaos puede dar esto. Nakamura es alguien que ha visto como un estadio ha coreado su nombre nada más debutar y que claramente es un perfil interesante desde el punto de vista de producto.

Mi queja (y la de mucha gente que le ha visto en sus mejores años en la empresa nipona) es que el enfoque quizá no esté siendo el mejor. Parece que en lugar de dejarle ser él, le están empujando a serlo, lo cual nos deja alguien más recargado, pero también menos especial, menos único y menos motivado.

Shinsuke afronta esta nueva etapa como uno de los faros de SD, pero la ilusión que me genera no es tan elevada. WWE tiene mucha culpa, y es que desde la división de marcas y particularmente desde la decadencia de SD, nada me parece lo suficientemente importante para captar la atención.

Sin embargo, eso era lo que pensaba yo cuando me dispuse a ver aquel WK9, hasta que apareció este desgraciado de pelo raro para hacer que esa empresa pasase a ser importante para mí y hacer que el pro wrestling fuese mucho más. El wrestling no volverá a significar tanto hasta que Nakamura no me haga sonreír como entonces.









El lado bueno es que sé que lo hará.

YeaOh!



Kingbilbin
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